Hay muchos senderistas que al oír la palabra “primavera” no pueden evitar pensar en otra que empieza con la misma letra: Peñaescabia. Al nombrar esta montaña emblemática de Bejís, otros no se resisten en contestar con un deseo: ¡Qué la vuelta sea por el Barranco del Resinero! Sin duda, una caminata encantadora tanto por sus espectaculares paisajes caracterizados por montañas majestuosas como La Juliana (1.476 m), La Pericona (1.468 m) o la propia Peñaescabia (1.331 m), como por la vegetación tan variada con sus pinos negro, carrascas, arces, tejos y sabinares y, por supuesto, por el impresionante Barranco del Resinero con sus aguas cristalinas y su verde asombroso. Nosotros esta vez empezamos la ruta en la Casa del Forestal que se encuentra al poco de pasar los Clotícos de Bejís en dirección al nacimiento del río Palancia. A unos 40 m de la casa se deja la pista para subir por la izquierda por una cómoda senda entre pinos, romeros y matorral.
Unos minutos más tarde se llega a la pista que lleva a la base militar de La Salada y, recorriéndola apenas un kilómetro, hacia la derecha también llegamos a la senda bien señalizada que sube a la cima de la Peñaescabia. El esfuerzo para superar unos 200 metros de desnivel se ve recompensado ya por el camino. Parece ser el paraíso del gamón común que crece en grandes extensiones mezclándose con pequeñas preciosidades en amarillo, lila y rosa. Primavera se mire donde se mire.
Una vez llegados a la cima de la Peñaescabia, el panorama se compone de un bonito círculo de sierras como las de El Toro, Espadán y Calderona, de picos como el Pina, La Salada, Peña Juliana y al fondo la Peñagolosa. La diminuta aldea de El Molinar que hace poco vimos “cara a cara” ahora se presenta a vista de pájaro. Sin duda, hemos llegado al lugar ideal para el primer picnic.
Desde la Peñaescabia ya se divisa el camino a seguir. La senda nos lleva primero al vértice de la Peña con su marca geodésica y pasando por la cuerda del Alto de la Cruz ya emprendemos camino al Barranco del Resinero. Cruzamos la pista de la Salada y, caminando entre una cada vez más densa vegetación, se anuncia el río Resinero. Un riachuelo idílico, con aguas cristalinas, pequeñas cascadas, peces, un sinfín de insectos y flores que disfrutan de este ambiente sano y húmedo. No habrá que pensárselo dos veces: Ha llegado otro lugar ideal para hacer una pausa y gozar del momento.
Después de buscarnos camino siguiendo el cauce del Resinero, el último tramo del trayecto recorre por pista hasta que a lo lejos de divisa la Casa del Forestal. Y con ella el fin de una caminata primaveral que entusiasma cada vez de nuevo.