Estos días el campo se convierte en el semillero de los deseos. Lo único que hace falta para llenarse de sueños e ilusiones es una flor -mejor dicho lo que queda de ella- y unos buenos pulmones. Ha llegado el momento de la flor del diente de león, una preciosidad de color amarillo dorado cuyos pétalos se están secando dejando paso a una cipsela – para los no-botánicos entre nosotros: una imponente bola de pelos plumosos blancos.
Aunque al diente de león los así llamados vilanos le ayudan a la dispersión de sus semillas, a los humanos más bien nos fascinan por lo vistoso y lo frágil que son y por su gran capacidad voladora. Y como la fascinación desde siempre ha sido un buen cultivo para leyendas y creencias, también la pelusilla blanca de la flor del diente de león desde hace siglos ha despertado la fantasía humana.
Viendo bailar a los frágiles pelitos en el aire, no extraña que exista la creencia de que en realidad se trate de hadas disfrazadas y una flor con propiedades mágicas. Así que mientras algunos quieren creer que al soplar la pelusilla, se tiene un deseo libre, otros interpretan el resultado de su esfuerzo pulmonar: Por ejemplo se vaticina que los intentos que hacen falta para quitar todos los vilanos equivalen a los años que aún se va a vivir o a los años que faltan para la boda. También se cree en cosas más factibles y prácticas como que se va a tener un traje nuevo si se es capaz de liquidar la pelusa de un solo plumazo.
Puede que otra creencia resulte desenmascaradora para quien se encuentre próximo al soplador: Se dice que el número de pelusas que se pegan al traje del de enfrente demuestran cuántos pecados ha cometido. Y hablando de pecados: Si después de haber quitado todos los vilanos el fondo del fruto es blanco, el soplador irá al cielo, cualquier tonalidad oscura amenaza con el purgatorio…
Antes de ir en busca de deseos terminamos con una creencia extendida entre los más pequeños: Una flor de diente de león no se puede llevar a casa porque entonces se mea en la cama. El trasfondo de este miedo puede que sea bastante terrenal: O la creencia es debida a las cualidades diuréticas del diente de león o simplemente se trata de una inteligente manipulación y precaución por parte de los padres para que no se llene la casa de pelusillas…