Más bien bola, algo punky, ojazos increíbles y sumamente curioso. Así se presentó estos días Edu Jr. en nuestra finca. Exacto, suponemos que es hijo de nuestra pareja-ardilla que ya conocéis. Pero mientras Edu y Edda tienen su coto particular entre los pinos alrededor de la casa, Edu hijo se abre nuevos caminos. Lógico, es joven. Le encanta explorar, ya ha bajado varios bancales y se pasa el día en los almendros.
Hay varias razones que hablan en favor de esa posición estratégica: De ahí puede observar la casa y los pinos (con los padres) – ¿con unos ojos así se supone que las ardillas ven de lejos, no? –, puede gozar de las vistas hacia Jérica y nos puede otear preparando la huerta de cara a la primavera. Y de paso controlar los progresos de las almendras, no vaya a ser que maduren sin probarlas. Simplemente ideal.
PD: ¿Por qué pensamos que es macho? Pura intuición femenina.
PDD: ¿No conocéis a Edu y Edda? Pinchad aquí 😉