Este sábado, 6 de julio, nos espera un evento muy especial: Ser testigos en directo de un striptease vegetal con denominación de origen totalmente mediterráneo y apto para cualquier público y edad. Es la “saca del corcho”, una demostración de la cosecha de ese material tan versátil que caracteriza a los alcornoques y determina su peculiar aspecto.
Uno de los pequeños paraísos para este paquidermo entre los “Quercus” es el Alto Palancia que en sus dos parques naturales de la Calderona y, sobre todo, la Sierra Espadán cuenta con un gran reducto de alcornoques. Árboles que requieren un especial cuidado y que dan lugar a bonitos ejemplos de simbiosis entre explotación comercial y protección medioambiental de un bosque. Así que cuando la empresa palantina “Espadán corks” pela los alcornoques y comercializa su corcho, al mismo tiempo cuida los parques naturales. Un trabajo igual de ancestral que duro, que se puede apreciar este sábado en la Masía de Tristán en Segorbe, previa reserva en serra_calderona@gva.es, o al teléfono 961 681 993.
Para entender lo extraordinario de este evento, vale la pena saber un poco más sobre “Quercus suber”, un árbol que puede llegar a vivir cientos de años, pero se deja “rogar” un poco a la hora de soltar un corcho en condiciones. Hay que esperar unos 25 años hasta que se puedan pelar por primera vez sus robustos troncos y sus bien ramificados y rugosos brazos. Y aunque la capa de corcho puede llegar a tener un grosor de hasta 5 centímetros no hay que cantar victoria. En la primera “saca” el árbol tan sólo suelta el así llamado corcho bornizo o corcho macho. Un producto de pésima calidad que como máximo sirve como aislamiento o pavimento. Bueno.
La siguiente pela saca a la luz al corcho segundero, también llamado corcho hembra que ya a primera vista es de mejor casta pero aún demasiado agrietado y veteado para convertirse en un buen tapón de vino. Sabiendo que entre “saca” y “saca” tienen que transcurrir de nueve a 15 años para que el alcornoque vista una nueva piel, habrá que esperar un total de hasta 45 años y al segundo “corcho hembra” para tener el árbol en plena producción. A partir de entonces el alcornoque se deja pelar durante unos 150 a 200 años, en los cuales se le pueden quitar hasta 200 kilos de corcho. 200 años que ese precioso árbol se pone varias capas de vestidos, luce troncos en colores rojizos y cortezas en tonalidades grises y verdosas.
En las sierras de Espadán y Calderona la pela de los alcornoques tiene lugar en los meses de julio y agosto, cuando el árbol está en actividad vegetativa y sufre menos. Los que sí sudarán sin duda son los corcheros, hombres ágiles y armados con hachas afiladas y ayudados por sufridos mulos que se llevan la carga a lugares más accesibles.
Hasta que las planchas de corcho se conviertan en tapones de vino, que desde el Alto Palancia se llevan a millones a todas partes de España y hasta cruzan el gran charco, aún pasarán muchos meses. Primero tienen que reposar y madurar durante meses al aire libre, luego se cuecen, se rascan, se cortan, se cuecen de nuevo, se troquelan, se lavan, se desinfectan, se seleccionan, se marcan, se suavizan… Y aún hay quienes se sorprenden de que un buen tapón de vino valga su dinero.